"La naturaleza de la "unidad orgánica", a la vez dinámica y semántica, que es fundamental en la música, los conjuros, el recitado y todas las estructuras métricas. (...) Es típico de dicho flujo de estructuras dinámico-semánticas que cada parte lleve a la siguiente, que cada parte haga referencia a las demás. Dichas estructuras, por lo general, no pueden percibirse ni recordarse sólo en parte, sino que se perciben y recuerdan, caso de que así sea, en su totalidad."
Oliver Sacks / Un antropólogo en Marte.
cuatro
El niño lame el helado de café, acaricia al gatito y escupe un diente, me mira con cara rara y dice:
—A mamá se la llevó la Gran Ola , y desde entonces nada ha vuelto a ser lo mismo.
En mi bolsillo derecho: un papel arrugado con la dirección del Hotel Flamenco, una fotografía de Katharine Hepburn y un billete de 5 arkos con un número de teléfono escrito a lápiz.
—¿Y tú dónde estabas? —Pregunto.
—Volando, y al mirar por la ventanilla del avión vi ropa y madera en el agua. Dentro de la ropa había cuerpos. En el agua había cuerpos; encima y debajo. Pronto los de debajo subieron, hinchados, y los de encima bajaron para volver a subir poco después... Ropa. Cuerpos. Madera. Agua.
En mi bolsillo izquierdo: monedas, dos preservativos con sabor de fresa y un chicle con sabor a látex.
—Este helado está rico-rico-rico. Tienes un gato extraño, así todo pintado, pero me gusta. ¿Cómo se llama?
—Aún no lo sé, alguien me lo ha dado esta misma mañana. ¿Se te ocurre algún nombre?
El niño saca una cuerda de un pequeño bolsillo de su chaqueta y la balancea, como si de un péndulo se tratara, delante del gato. No estoy seguro de si quiere jugar con él, hipnotizarlo o estrangularlo.
—Todos los nombres que se me ocurren son feos. Ninguno bonito. A ver qué te parece este: Franferfarfer.
—No está mal. O Rashtakán.
—Ni hablar. Rashtakán es terrible. Suena a malo de Batman.
Detrás nuestro: un golpe metálico, un frenazo y un grito.
—Si pudieras hablar, tú mismo nos dirías como te llamas, ¿a que sí, gato? Áyva, creo que han atropellado a Piotr. —Dice el niño. Me recuesto en el respaldo del banco y echo un somero vistazo a la carretera.
—Naaaah... Suele hacerlo a menudo.
—¿Dejarse atropellar?
—No exactamente. Cada vez que ve un coche de auto-escuela como ese, se lanza encima para traumatizar al futuro conductor. "Magnetismo Cruel ", creo que lo llama.
—¿Magnetismo cruel? Mi padre lo llamaría "Soberana Estupidez".
—Tu padre es un hombre inteligente.
—No creas, le gusta ver la televisión sólo cuando está apagada.
—Lo que te decía, un hombre inteligente. Oye… ¿de qué conoces a mi primo? —Digo, y vuelve a mirarme con cara rara. O quizá, quien sabe, sólo sea el efecto de la paliza.
—¡Uy, es tarde-tarde-tarde! Tengo que irme…
—¿Te apetece otro helado para el camino?
—No, gracias, entre los golpes y el cucurucho tengo la boca dormida... Pero un día de estos te invito a jugar al futbolín. Estoy hecho un campeón.
El niño se levanta y mira hacia arriba, al balcón ahora desierto. Es el único de todo el bloque que no tiene la luz encendida.
—Por cierto, me llamo Alek —dice—. Gracias por el helado. Si se me ocurre algún nombre para tu gato te lo diré, ¿vale?
—Claro —saco el billete del bolsillo derecho y se lo doy—. Ahí tienes mi número. Llámame cuando quieras, ¿ok?
—Claro. —Y se marcha, cojeando un tanto.
Detrás mío, un portazo.
Me giro justo a tiempo de ver cómo el profesor de auto-escuela le suelta un tremendo bofetón a mi sonriente primo.
En el interior del coche, tras el volante, una chica con gafas de sol coronando su melena rubia se tapa la cara con las manos, horrorizada.
cinco
Hay frases que deberían prohibirse.
—¿Está libre? —Pregunto a la torre humana apoyada en el taxi.
—Hombre, los de la condicional dijeron que si no me metía en líos...
—No, no, el taxi, digo...
—Sube.
Mi hermano solía decir: "Cuando tu vida es una constante montaña rusa, ejercer La Contemplación se erige como elemento indispensable para alcanzar cierta paz interior".
Hay quien gusta de tirarse desde un puente con una cuerda elástica atada a la cintura. Hay quien dice sentir placer lanzándose en caída libre desde 15.000 pies de altura. Si no eres uno de ellos, seguro que conoces a alguien así.
Di la verdad. No mientas.
Yo cojo taxis y me confundo con la tapicería de cuero negro. De noche; de día no. Las cosas se ven distintas a través del cristal nocturno de un coche.
—¿A dónde? —Dice la torre humana.
—A La Plaza de los Cuatro Elementos, por favor. Sin prisa.
—Esostáecho...
Llueve. No demasiado, pero llueve. Me gusta Megalópolis cuando está mojada. Quizá sea porque casi no la recuerdo sin lluvia. El gato, desde el interior de la bolsa de deporte, ronronea.
—Tú eres el hermano de... —Dice el taxista.
—Sí.
—Vaya, fue una putada lo que le pasó, lo siento mucho...
—Ajá.
—Le conocí en el trullo, eso debió ser hace...
—Dos años y medio.
Mi hermano solía decir: "El mundo es uno de tantos pañuelos desechables olvidados en el cajón de un Dios vacunado contra la gripe."
El taxista me ofrece un cigarro, que acepto. Cruzamos la Avenida Lewis y veo a un mimo haciendo su número callejero. Al pasar frente a él, se detiene en su silenciosa ejecución y forma diez sílabas con sus labios pintados de negro.
“Nada nunca es lo que parece”.
En la guantera entreabierta: documentación, mapas, "Los Versos Satánicos” de Rushdie, 2 Kg . de cocaína y una muñeca barbie con el pelo cortado al cero.
Momento para el recuerdo: El Padre Pintado en clase de Mates. Mis lágrimas en el rostro de mi hermano, sentado al fondo. Mis ojos secos.
Buenos tiempos. Tiempos de mierda, pero buenos tiempos.
Mi hermano solía decir: "Lo mejor de tener una vida dura, es que las cosas solo pueden ir a mejor."
Por un instante, pienso en lo bonito que sería subir a un taxi y decirle al conductor:
—A la Felicidad Más Absoluta, por favor. Sin prisa.
Y el taxista, diez minutos después, diría:
—Hemos llegado.
Mi hermano solía decir: "Lo peor de que las cosas te vayan bien, es que siempre habrá alguien que malinterprete todo lo que hagas."
El taxista detiene el coche y dice:
—Hemos llegado.
Hay frases que deberían prohibirse.
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Hala, despáchate a gusto. Pero ya sabes, pórtate bien o te despacho yo a ti, que para eso soy un mapache rabioso.