viernes, 7 de diciembre de 2012

CRONICALIA: Jornadas Cine Low Cost III / "Santiago Lorenzo is in da jaus".



Durante cuatro días del pasado mes de junio, Barcelona y su Arts Santa Mònica acogieron un ciclo de proyecciones y mesas redondas bajo la bandera Cine Low Cost. "¿Y qué es eso de Cine Low Cost?", intuyo que te preguntas. Tranqui, Desirée de Fez (coordinadora y programadora del proyecto) te lo cuenta a grandes rasgos: “Más que explicar nada, es un modo de intentar entre todos saber en qué punto estamos, qué cine se está haciendo aquí y si este cine de bajo presupuesto es una alternativa o un relevo”. 

Suena bien, ¿eh? A mí también me sonó genial cuando lo vi anunciado. Además, en el programa se incluían charlas con gente a la que respeto más allá de lo que el decoro me permite confesar en público, amén de proyectarse piezas y alguna que otra peli que llevaba mucho tiempo queriendo ver, así que no me lo pensé dos veces, trinqué la TrágicoMochila y hala, para allá que me fui grabadora y cámara en mano dispuesto a aposentar mi culo mapatxil en la primera fila. 

En esta tercera entrega, el grandioso Santiago Lorenzo y su personalidad arrolladora irrumpieron en la sala para presentar el pase de Mamá es boba y su última (y recomendabilísima) nueva novela, Los Huerfanitos. Quedáos bien con esto, lo de recomendabilísima es cualquier cosa menos gratuito. Hacía tiempo que no disfrutaba tanto con la lectura de un libro Made In Spain. 

También me veo en la obligación de comentar que he decidido no tocar prácticamente nada en lo que a las intervenciones de Lorenzo se refiere. A veces encuentras gente con un modo de hablar y de expresarse realmente personal, así que tras varios intentos de edición bastante patéticos en los que se ganaba en claridad pero se perdía en magia y gracejo, decidí deshacer camino y dejar prácticamente intactos sus parlamentos. Ahora estoy convencido de que valió la pena. 

Con todos ustedes: Miqui Otero (capo de la organización de las jornadas y muy en boga últimamente por la publicación de su La Cápsula del Tiempo), Jordi Costa y Santiago Lorenzo. 



///Santiago Lorenzo / Presentación de Mamá es boba y Los Huerfanitos///


MIQUI OTERO

A finales de los años sesenta, Mel Brooks estrenó una película (mutada en exitosísimo musical de Broadway) llamada Los Productores. En ella, un productor teatral descubre que si su nueva obra fracasa ganará más dinero gracias a las donaciones de gente interesada en invertir en la obra que si ésta resulta ser un éxito, así que decide que el montaje verse sobre una temática nazi y poner todas las fichas necesarias para que el proyecto se vea abocado al fracaso más absoluto.



El trío protagonista de la novela Los Huerfanitos (Santiago Lorenzo / Blackie Books, 2012) se enfrenta a lo contrario. Su padre, bon vivant y hombre de teatro durante toda su vida, les lega en su lecho de muerte un saco de miedos congénitos, un teatro ruinoso y unas deudas desorbitadas, así que ellos deciden montar y estrenar una obra en tiempo record para optar a una subvención que les saque del agujero. El título escogido para la obra es La Vida, y me da la impresión de que, como escribía Hunter S. Thompson en Los Diarios del Ron, “las palabras grandilocuentes (la vida, el éxito, el fracaso, la hostia) sólo las pueden usar con soltura necios y curas”. Pues bien, a Santiago se le dan mejor otro tipo de matices y de palabras más pequeñas, porque cuando los huerfanitos del título se enfrentan a este reto, las palabras que más se asocian a Obra no serían “montaje teatral” o “Ibsen”, sino “estucado”, “gotelé” o “goteras”.



Santiago, al fin y al cabo, hace una especie de apuesta por la comedia cuya función es desenmascarar los vicios de esta sociedad. Si antes era fácil encontrar al falso devoto o al avaro, ahora encontramos al empleado demasiado motivado que espera ser empleado del mes, o a la persona madura que no cree necesario crecer o asumir responsabilidades, como sería el padre. La apuesta de Santiago es cómica, tierna, viaja a otro ritmo. Él es de los que saben que el reloj estropeado da la hora exacta dos veces al día, así como que no es necesario dejarse llevar por las tendencias de lo que se debe o no se debe hacer, sino hacer una apuesta por la honestidad y por la pureza. Y es lo que ha hecho.



Jordi Costa, aquí presente, es amigo suyo desde hace tiempo. Yo lo soy desde hace menos, pero me siento profundamente afortunado por haberme cruzado en el camino con Santiago y sobre todo por haber disfrutado de lo que él escribe y hace con un mimo y cariño casi pre-tecnológico y artesano. Cuando uno tiene que trabajar con materiales de derribo, cuando uno tiene que vivir con cosas que le son dadas o cuando uno hereda deudas, la única apuesta posible es el artesano que hace algo bonito a pesar de todo eso. Creo que así como hay algunos directores de cine o novelistas que para hablar de la incomunicación humana plantarían a un mimo en el centro de Tokyo, Santiago es capaz de plantear esa misma incomunicación en alguien que viaja en un autobús Alsa para ver el acueducto de Segovia, y seguramente llegará a algo mucho más profundo y muchísimo más verdadero durante el camino.

JORDI COSTA
Todavía tengo la lectura de Los Huerfanitos muy fresca, acabé de leerlo hace tres días y aún estoy en estado de shock y felizmente trastornado. A lo largo y ancho del libro soy capaz de reconocer al Santiago Lorenzo al que llevo muchos años conociendo y apreciando. Si alguno de vosotros todavía no le conoce, Los Huerfanitos es una perfecta introducción a él, a su forma de pensar, a lo que hace y dice, pero si os gusta esta novela, que estoy seguro que os gustará, no dejéis de recuperar Los millones, que también es una gran novela, de menor extensión pero igualmente enorme. 



Cuando era pequeño, recuerdo que me maravillaba esa gente capaz de coger un hueso de melocotón y hacer con él un silbato, porque yo me sabía incapaz de realizar ese salto mental que va de la idea a su realización. Santiago es un poco el señor que en el patio de colegio cogía el hueso de melocotón y no sólo hacía un silbato, sino que lograba esculpir en su interior un conjunto escultórico que representaba un gran drama humano en el que quizá te empezabas riendo de la pequeñez y la vulnerabilidad de los personajes, para acabar absolutamente conmovido por haberte reconocido en él. 



Creo que es importante que se presente este libro aquí, porque cuando él hacía sus cortos o dirigió Mamá es boba nadie pensaba todavía en términos de Cine Low Cost, ni siquiera él pensaba en términos de un cine indie español, sino que en un momento en el que todavía no estaba tan extendida esta sensibilidad, hizo las películas que quería, no diré yo que de espaldas al público o a los productores, pero sí que sin obsesionarse en gustar: simplemente queriendo contar la historia que quería contar y del modo en que él quería hacerlo. Y lo consiguió, Mamá es boba y Un buen día lo tiene cualquiera son dos películas fantásticas y extrañas. 

Juro que esta foto ha salido de las primeras
al teclear "Jordi Costa" en Google Imágenes.
También hubo un punto en el que imagino que se cansó de intentar convencer a productores o de intentar vender un proyecto y decidió convertir sus historias en novelas. Lo que me sorprendió al leer Los millones no sólo fue reconocer el mismo tipo de historias o personajes que encontramos en sus obras filmadas, sino darme cuenta de que lo que tenía entre las manos no era un guión transformado, improvisado o retocado mínimamente para convertirse en novela. Tras dos páginas leídas, me sentí comodísimo en Casa Lorenzo, y descubrí que mi anfitrión se revelaba ante mis ojos como un escritor de raza poseedor de una voz propia increíblemente definida.


No voy a desvelar nada importante del argumento, pero en un momento de la novela los personajes consiguen unos focos de segundísima mano para utilizarlos en su montaje teatral. Al encenderlos, Santiago Lorenzo describe cómo el decorado, que hasta ese instante nos parecía infecto, empieza a mutar en una especie de catedral de belleza absolutamente improvisada gracias a la coreografía de la luz, creando así un momento místico de transubstanciación absolutamente mágico y maravilloso. Ésa es, para mí, una imagen casi metafórica de lo que hace Lorenzo: coger lo que los otros tiran para convertirlo en catedrales perdurables.


SANTIAGO LORENZO

Muchas gracias por venir. Hoy vamos a hacer una charla multidisciplinar. Es decir, vamos a hablar de novela, de esta novela, y vamos a ver un largometraje, que era una cosa que se hacía antes. Largo-metraje. Por cierto Jordi, yo también pensé que era difícil hacer lo del silbato, y es tan fácil como coger el hueso del melocotón, caminar al lado de una tapia y frotando el melocotón con la tapia. Se hace un agujero y ya está hecho el silbato. Y me has dado una idea con lo de hacer un Hamlet dentro del hueso, y lo voy a hacer para tenerlo en mi casa.


Vamos a ver una peliculita nueva, que se llama Mamá es boba. Quince añazos tiene. Es decir, no estamos hoy ante un estreno. Yo no sé quién viene hoy a lo del Low Cost porque estaba por el Santa Mónica y quién viene porque es mi prima, por ejemplo, que está ahí, sentada en la fila once.


Esta es la tercera vez que me llaman para hacer un taller de Cine Low Cost y era la tercera vez que lo rechazaba, porque a lo que tenéis que aspirar es a hacer películas de miles de millones de pelas. Y yo no seré el que os diga: “no, no, hay que hacerlas de poco dinero y tal”. El que va a hacer la película con poco dinero la va a hacer igual, se lo diga yo o no. Los que no van a hacerla les dará igual que yo les diga que la hagan. Lo que me preocupaba es el que estuviera dudando y tal. “¿Yo hago la película Low Cost o no?”. Y entonces llego yo y le digo: “Hazlo”. Porque es chulo y el hombre tiene que mejorar y su voluntad y creatividad tienen que imponerse... Y va el tío y la hace con los más que posibles resultados de GRANDES FRACASOS. Y yo no quiero tener nada que ver con esos GRANDES FRACASOS.


Así que le dije a Miqui que tenía grandes reparos y tal, ya me invitaron una vez, ya me invitaron otra y dije que no. Y fue cuando a Miqui se le ocurrió poner la película Mamá es boba.


MIQUI OTERO

Yo perseveré.


SANTIAGO LORENZO

Claro, yo dije: “Ah, qué bien”. Porque como nos dieron tanto por el saco con esta película, yo cada vez que la quieren poner digo: “claro, ponla”. Así, más o menos, la película lleva ya varios millones de espectadores. Ha costado quince años, pero poco a poco... Mira, hoy se suman a lo mejor otros doscientos que están aquí, que tampoco, porque la mitad ya la habéis visto, venís a re-vi-si-tar-la. Y entonces pues... NO. Pero bueno. Hay millones de tíos que la ven por primera vez y luego unos cientos de miles que la ven por segunda vez. 



Yo nunca he sabido cómo presentar esta película porque... (PAUSA)... ya lo ha dicho perfectamente antes Jordi... (PAUSA) ...confluyen ambas vías de expresión: el cine y la novela. Esto (Los Huerfanitos) va de unos tíos que deben 360.000€, un dinero que no han gastado. Pues amigos, ésto está basado en hechos reales. Es decir, yo me encontré con que la gente tan simpática que llevó la producción de Mamá es boba había endilgado a mi nombre unas cantidades al cambio similares a éstas. La película se hizo con grandes problemas, todos solucionados porque estábamos detrás una panda de valientes. No fue el caso de Jordi, que escribió cosas muy bonitas, pero luego, cuando por fín salió la película empezaron a salir unos hijos de puta diciendo que yo era imbécil y que la película era una mierda y yo me quedé como un poco flipado (RISAS). Yo pensaba que les íbamos a dar pena porque llegábamos así, en plan Low Cost, se nos notaba que llegábamos con cuatro pelas y dirían: “Bueno, estos tíos, estos paletos hacen esta película y tal”.
Mamá es boba... 
pero algunos productores son listísimos.

En fín, nos pusimos y la acabamos. Y, de hecho, quince años después, la váis a ver. O a volver a ver, porque vamos, alguno de los presentes como Rubén Lardín, tú la has visto catorce veces. Jordi la ha glosado, ha escrito sobre ella, le ha influído en su vida personal (RISAS), Miqui llamará Martín a su hijo, que es el nombre del protagonista. 



Y hasta aquí el filme. A mí me gusta decir que es una película rodada en Palencia. A) porque es verdad; B) porque Palencia es como un sitio raro, extraño y entonces por lo menos tiene ese valor. “Sólo ha habido una película que se rodó en Palencia”.


Pero vamos, que yo encantado de que veáis Mamá es boba. A mí lo que me fastidia es que la película tenía que haber costado mucho menos dinero. Es decir, a mí siempre me sale animaros, aunque antes haya dicho lo contrario, a lanzaros al Low Cost, pero es que hubo partidas de producción absurdas, no sé porqué los del equipo se empeñaban en desayunar cada día zumito de naranja. Una panda de pordioseros que en su puta vida había desayunado otra cosa que achicoria me la acabaron metieron doblada (RISAS).


Con esto y con todo, hay que decir que al final el problemón de la deuda que me endilgaron se arregló en tres sentidos, a ver si me acuerdo. UNO, que todo aquél desastre económico se solucionó; DOS, que encima, a cuenta de que lo arreglo me eché una novia fenomenal cuyo padre arregló el asunto poniendo la pasta, oséase, un trato fenomenal; y TRES, que cuando hubo que escribir una novela sobre un pobre imbécil que debe una pasta que no tendrá en su puta vida, pues uno llegó con los deberes muy hechos y con una documentación muy aprendida. La novela en sí no sé qué os parecerá, lo que sí os aseguro es que está muy documentao. Unas pasiones muy vívidas, ¿no?



La novela supongo que sabéis de qué va, y si no pues os lo cuento. Son unos tíos que se encuentran con unos gastos que no han hecho y que tienen que pagar. Tres tíos que se tienen que poner a hacer una obra de teatro sin ningún tipo de ganas. Por fortuna, a la mayor parte de la gente no le apetece hacer obras de teatro. Están muy contentos y tranquilos en sus casas sin hacer más. Ellos, los protagonistas, son de esta ralea y se encuentran, de la noche a la mañana y por cuestiones que aparecen explicadas en los primeros capítulos del volumen, con que se tienen que poner a hacer TEATRO. Y bueno, es como si a mí me dijeran que tengo que volver mañana a Madrid en coche, que en mi vida he tenido un carnet. ¿Cómo va a acabar? En desastre.


Y esto nos devuelve al principio, porque ayer me contaba mi prima Inés (con quien estaba glosando en secreto toda esta charla) que la forma en la que se me solucionó todo el asunto fue fantástica para la vida real, porque apareció un señor a quien yo jamás olvidaré, que llega y me dice: “toma el dinero y tal”. Fue fantástico. Y me hago novio de la hija. Pero en una novela eso es una porquería de final. Es como si tú llegas a una playa y en una esquina dices: “Hombre, un cofre. Hombre, un tesoro. Hombre, voy a comprarle un anillo a mi mujer, “the wedding ring”... Eso sería fantástico pero en una película queda fatal. Así cualquiera. Tener un problemón así, que aparezca un tío y te diga: “No te preocupes, tú la cabeza fría, Santi, yo me ocuparé de todo lo demás”. El lector acabaría más que mosqueado por haber aguantado trescientas páginas pá que acabe con que aparece un Deus Ex Machina. Como podéis ver, esta es una charla en varios idiomas.



Y ahí fue donde tuve que echar el resto, porque en la segunda parte no podía contar mi experiencia real porque narrativamente era fatal, aunque biográficamente fue fenomenal. Así que ese es el final que tendréis que descubrir vosotros. 



Es una novela muy madrileña basada en localizaciones reales y está pasando ahora. En algún punto del 2013 la acción acaba. Así que si la acabáis antes de que acabe el año es mejor porque está pasando ahora mismo. ¡Hala, qué subtexto! ¡Hala, qué invasión de la realidad! Así que apresuráos a comprarla. 
Santiago Lorenzo, UN JRANDE DE ESPAÑA.



MIQUI OTERO

Pues si alguien del público se anima a poner en jaque a Santiago con sus preguntas...



ANCIANO TERRIBLEMENTE INQUIETANTE QUE HA NACIDO PARA TRABAJAR CON VENGA MONJAS Y LOS PIONEROS DEL S.XXI

Yo soy actor y a mí nadie me ha enseñado nada. Yo del cine siempre salgo de mala hostia. Sólo hay violencia. ¿No habría forma de que no se viera tanta violencia en el cine? Porque yo hace un tiempo me fui a una filmoteca y había ahí un señor que siempre había hecho de terrorismo. Y yo se lo dije a todos los que había ahí: "Mire uhté, ¿uhté por qué hase siempre lah pelih de terrorihmo?". Porque la gente parece que eso se contagia. ¿Por qué no puede ser como antiguamente que ponían Lo que el viento se llevó o Cantando bajo la lluvia...? A mí eso me impresiona muchísimo.


SANTIAGO LORENZO
(Rotundo)

¡NIEGO LA MAYOR! ¡NO HAY NINGUNA VIOLENCIA! ¡HACEN QUE SE PEGAN PERO NO SE PEGA NADIE! ¡HACEN QUE MUEREN, PERO NO MUERE NADIE! Y eso no es óbice para decir que Lo que el viento se llevó está muy bien. Y Cantando bajo la lluvia. Pero yo tengo una ocasión cada quince años para poner Mamá es boba y me voy a poner a hablar de Escuela de Sirenas? (RISAS) 


PÚBLICO

Hay un momento en el libro en el que uno de los actores que ayudan a construir la representación recita el texto incluyendo las acotaciones. Y escribes: “Esto que parece tan extraño ha sucedido en una grabacion de hace cinco años”. Yo creo que dado que estás presentando la novela, esta acotación debería ser explicada. Es decir, ¿en qué otro instante has visto a un actor que recitaba no sólo el texto del personaje sino también toda la descripciónde las acciones?.


SANTIAGO LORENZO

Muy interesante pregunta. Y vuelve a ser otra intromisión de la vida real en la vida ficticia, aunque en el texto, supongo, lo que dice es que “hace seis años pasó en el rodaje de una vida real”. En 2006 estaba yo rodando una película que se llamaba Un buen día lo tiene cualquiera. Y llegaron y dijeron: “No, no, a esta tía la vas a meter. Y digo: “Bueno, pues venga”. Escribo un papel de dos líneas. Y me llama la tía y me dice: “Holaaaaaa... Mi papel es muy corto. ¿Quién hace la protagonista?”. Entonces empecé a pensar como se podía hacer y escribí una secuencia de una página. Supongo que ella dijo que esa página de mierda seguía siendo corto, pero se quedó con eso. Y en efecto, un día nos fuimos a hacer una lectura. Yo había escrito el guión. Y de repente esta chavala empieza a decir unos diálogos que a mí no me sonaban de nada. Yo me asomé un poco así como por encima para ver su guión y descubrí que con el rotu STYLO-BOSS había hecho eso que hacen todos los actores, que es subrayar sus diálogos, pero es que esta lo había subrayado todo: diálogos, acotaciones... TODO. Y empieza a leer: “Enfurruñada se levanta de la mesa”. (CHOTEO GENERAL) Y esto aparece en Los Huerfanitos, claro, porque a la gente que mola hay que meterla. (MÁS CHOTEO)

PÚBLICO
¿No hay posibilidad alguna de película de Los millones?


SANTIAGO LORENZO
Puuuuueeeees... A mí me parece como si lo del cine yo lo hubiera soñao, ¿sabes? El otro día de repente se me pega por la calle uno del cine. Una cosa muy rara. Yo no... Yo no tengo ni idea. Yo cuando empiezo a pensar eso me acuerdo de una cosa que dijo Borges, que era que todas las reflexiones que haga el hombre respecto del tamaño del universo están condenadas al fracaso, porque el tamaño de la cabeza del hombre no da para pensar en el universo. A mí me pasa igual. No, no sé. Hay unos que dicen... Pero nunca pienso en esas cosas. La película ya está hecha, que es Los millones, y es una novela. Y se ve bien y el sonido está fenomenal, que siempre fue un problema que yo tuve, el sonido.

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Hala, despáchate a gusto. Pero ya sabes, pórtate bien o te despacho yo a ti, que para eso soy un mapache rabioso.