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lunes, 18 de marzo de 2013

Cronicalia: Jornadas Cine Low Cost VI / "La libertad en lo austero" (Miguel Noguera, Marcos Ordóñez, Carlo Padial, Carlos Vermut)




DESIRÉE DE FEZ
La idea de organizar esta mesa era plantear la cuestión de si hacer una película en la que no se arriesga tanto dinero permite al autor afrontar el proceso con más libertad que en el cine convencional. Hemos querido contar con un variado grupo de gente que hace cosas interesantísimas, todos ellos poseedores de una voz muy definida y que de alguna forma se complementan.

Tenemos a Carlos Vermut, director de Diamond Flash, una película que aparte de maravillarnos por el reto que supone levantar un proyecto así con un presupuesto tan bajo, nos llamaba la atención por mil razones más: la mezcla de géneros, su aura de misterio, ese algo extraño que al ver la película éramos incapaces de describir y en caso de poder hacerlo, comprender que era mejor callar para no quitarle al espectador la posibilidad de llegar también virgen a ella...  

MIQUI OTERO
Quien sí fue capaz de encarar una tarea tan ardua como la de desbrozar o analizar Diamond Flash es Marcos Ordóñez, otro de los presentes en la mesa. Es un hombre de voz grave pero a la vez cómica, un crítico de teatro de largo recorrido y también un escritor fantástico al que muchos leemos desde que éramos muy jóvenes, siguiéndole como verdaderos devotos y feligreses. Por todo ello y mucho más está aquí hoy, pero también porque desde su tribuna en prensa ha dado un espaldarazo a esta nueva hornada de cine de bajo presupuesto.

DESIRÉE DE FEZ
Otro de los ponentes es Miguel Noguera. La razón por la que está aquí no es solamente por su participación como actor en Diamond Flash, sino porque también nos interesa la forma que tiene de trabajar un tipo de humor que está presente en muchas de las pelis que estamos viendo.

MIQUI OTERO
Por último, también está con nosotros Carlo Padial, quien comparte con Miguel una cierta mirada de alienígena maravillado por las convenciones sociales, comportamientos o coreografías que todos tenemos, pero que sólo él sabe ver de manera muy diferente. Acaba de publicar Erasmus, orgasmus y otros problemas y tiene en su haber otro libro llamado Dinero gratis, en el que podemos encontrar episodios tan prodigiosos como aquél en el que un tipo se masturba mirando la tele justo cuando los aviones se estampan contra las torres gemelas. ¿Qué hacer? ¿Seguir con lo tuyo o lamentarte profundamente por la desgracia? Gran duda moral.

Sin más dilación, con todos ustedes... “La libertad en lo austero”.

CARLOS VERMUT
¿Sobre qué se supone que iba esta mesa? ¿Sobre si la falta de presupuesto condiciona la autoría en el cine? Eeeeeeeeh, sí, claro. (RISAS) Es decir, si pongo mi pasta para autofinanciarme un proyecto, nadie me va a venir a decir lo que puedo o no puedo hacer. Puedo hacer lo que quiera. Es mi dinero. Es mi fiesta, la he pagado yo y si me apetece llorar, pues lloro, es un poco eso. 

Hay una cosa que me ha parecido interesante porque lo hemos escuchado mucho estos días, pero por otro lado tampoco me siento cómodo con el hecho de que haya sido tan protagonista, que es el tema económico. Creo que el diálogo también es interesante no exclusivamente desde lo económico sino también desde lo creativo.

Evidentemente la relación que hacemos aquí es si lo económico interfiere en lo creativo, que yo creo que la respuesta es SÍ. Cuando tienes mucho dinero para hacer una película, yo entiendo que el mecanismo y el fin de la película es puramente comercial. En una película más pequeña también es comercial, pero en mi caso la inversión es más a largo plazo.

No creo que las películas deban hacerse única y exclusivamente con el fin de ganar dinero. Para meter gente en una sala a oscuras y hacerles pagar dinero existen las discotecas. Tú haces una película por algo, por una pulsión de hacer cine, para contar una buena historia y para hacer algo que haga disfrutar al espectador, yo creo que ese debería ser un poco el objetivo.


Carlos Vermut / Carlo Padial

MARCOS ORDOÑEZ
A mí me gustaría que nos contaras un poco cómo se desarrolló Diamond Flash

CARLOS VERMUT
Prácticamente me vi haciendo una película sin darme mucha cuenta. Yo tenía ganas de hacerlo, pero tampoco soy un defensor del cine por el cine. Me gusta mucho contar historias, cuando he tenido la oportunidad de hacerlo dibujando lo he hecho con los cómics, y ahora que hay un poco más de facilidad a la hora de conseguir una cámara y equipo, he hecho una película.

MARCOS ORDOÑEZ
¿Podría haber sido una novela?

CARLOS VERMUT
No creo, me gusta mucho la narración visual, por eso dibujaba cómics. Sí que es verdad que tenía muchas ganas de hacer una película, pero me daban mucho por culo los procesos del cine. Yo no sé mucho cómo funcionan, pero entiendo que es un poco rollo todo el tema de buscar financiación. Envié el guión a un par de productores y cuando vi que no me contestaban decidí que la iba a hacer porque me apetecía.

MARCOS ORDOÑEZ
¿No te contestó nadie?

CARLOS VERMUT
Bueno, tampoco esperé mucho. Al mes ya estaba haciendo el casting... (RISAS)

MARCOS ORDOÑEZ
Esa es la actitud.

CARLOS VERMUT
No sé si es la actitud, pero hice el casting, tenía dinero ahorrado y total, si no me lo hubiera gastado en esto me lo habría gastado en otra cosa. Me lo planteé todo de una manera muy básica, no sabía muy bien cómo funciona el mundo del cine.

MARCOS ORDOÑEZ
¿Y cómo fue el proceso de casting? Es un aspecto que a mí me tiene admiradísimo porque  hacía mucho tiempo que no veía interpretaciones con esa verdad y con esa fuerza. Además, no sé si habías dirigido anteriormente...

CARLOS VERMUT
Vaya, pues muchas gracias. Una vez dirigí a mi madre en un corto (RISAS). Luego hice otro corto con unas chicas de Murcia... Me compré una cámara en el 2008 e hice un corto con mi hermano y unos compañeros de piso que se llamaba Las caras de Bélmez. Aparte de eso no había hecho nunca cine ni lo había estudiado. Quería hacer una película pero no tenía muchas ganas de ser “director de cine”. Tampoco lo tengo claro ahora. Si mañana me proponen algo a lo mejor me dedico a otra cosa. Esa pulsión de “quiero hacer cine por encima de todas las cosas”... Yo me lo quiero pasar bien por encima de todas las cosas. Creo que se me está yendo la olla... (RISAS)

Para el casting decidí que la forma más sencilla era que fuese con actores profesionales pero no demasiado conocidos. Puse un anuncio en internet y recibí como mil video-books porque el anuncio era muy amplio, pedía gente de 18 a 50 años y claro... Estuve ahí una semana viéndolos sin parar. Hice una selección, les llamé, hicimos un casting en persona. Busqué los escenarios, ensayábamos, yo ponía la cámara, grababa y luego montaba las imágenes.

MARCOS ORDOÑEZ
Osea que no te ha resultado tan agónico...

CARLOS VERMUT
Pensaba que era más sencillo. Estuve a punto de matar a alguien o a mí mismo un montón de veces. De verdad. Por mi inexperiencia y por pensar que todo es mucho más fácil cuando no lo es en absoluto. Hay muchas complicaciones, detalles que das por hecho pero que al llegar al rodaje te das cuenta de que no son así... Pero qué mejor manera de aprender que haciéndolo.

MARCOS ORDOÑEZ
¿El guión era muy de hierro? Es decir, ¿se rodó prácticamente todo lo que tú querías hacer, se improvisó...?   

CARLOS VERMUT
Ese fue uno de los motivos por los que estuve a punto de suicidarme. Yo pensaba que era mejor dejar improvisar a los actores. De hecho, tú te aprendiste de puta madre el guión, Miguel...

MIGUEL NOGUERA
Hombre, porque estaba ahí el guión...

CARLOS VERMUT
Claro, claro. (RISAS) Durante un tiempo dejaba que los actores lo hicieran a su manera, pero llegabas al rodaje y era muy raro... Hubo momentos bastante terribles de darme cuenta de que me estaba gastando la pasta que había ahorrado durante dos años, me encontraba con que algunos actores no se sabían el papel, yo estaba sudando mogollón...

MIQUI OTERO
Uno de los culpables del doble intento de suicidio de Carlos probablemente fue Miguel Noguera... (RISAS)

CARLOS VERMUT
No no no, al revés...Noguera es casi seguro uno de los actores más profesionales que he conocido en toda mi vida.

MIGUEL NOGUERA
He de reconocer que si yo tuviera que hacer lo que hacen las chicas no sabría hacerlo. Lo mío era algo a mi medida, muy fácil, y creo que lo otro era bastante más complejo.


La idea de que Miguel Noguera pierda media cabeza y siga viviendo sin saber que la tiene aquí, en este blog.
MARCOS ORDOÑEZ
A mí una de las sensaciones que me transmite la película es la libertad absoluta que respira. Al mismo tiempo, me maravilla el control de los tempos, de los cambios de tono... Alguien escribió el otro día que la película le recordaba mucho al universo de Fritz Lang, y es verdad que hay algo de eso: el control de las secuencias, de la intensidad, la visión casi geométrica del mal planteada sobre una especie de damero en el que luchan la villana (esa mujer extraña de la que sólo vemos sus manos pintando una figurita, pero que podría ser nuestra tía abuela perfectamente) y el superhéroe (que podría ser Glenn Ford en Los sobornados de Lang). Éste último, además, es un personaje que está del lado de la justicia pero al mismo tiempo está contaminado por el mal y es absolutamente sombrío. Hay un lado como muy luterano en la película...

CARLOS VERMUT
Creo que una de las decisiones que tomé cuando empecé a hacer la película era que había cosas que podía sacrificar en un momento determinado, pero que había otras que eran inamovibles y no podía cambiar de ninguna manera, como por ejemplo el control del tono, la actuación y la estructura narrativa. Algunas de las cosas que sí podía sacrificar eran sobre todo a nivel estético, porque en el equipo éramos tres personas y no podía estar controlándolo todo.

Tenía muy clara la estructura de la película. El story-board que hice es como un cómic de la película desde el principio hasta el fin. Tenía muy claro que se puede pasar del drama a la comedia. También está un poco la intención de jugar con las expectativas del espectador y tratar de mantener su atención sobre las distintas historias que se van sucediendo durante el metraje. Muchas veces lo consigues y otras no. 

CARLO PADIAL
La experiencia que ha explicado Carlos sobre cómo se ha llevado a cabo Diamond Flash es muy parecida a la nuestra con Mi loco Erasmus. Carlos de Diego y yo llevábamos dos años y medio (o puede que un poco más) sentados con un par de productoras y desarrollando el que se suponía que iba a ser el primer largo de Los Pioneros del S.XXI. Al final entramos en una especie de dimensión extraña y nos vimos atrapados en un agujero negro del que era imposible salir. De repente, el tío de la productora se iba a Australia un año y al volver te decía que había que hacer un documental de tipo social con gays y lesbianas en Quebec... Era muy raro. 

Un día hablamos con Òscar Dalmau y Òscar Andreu, de La Competéncia, a quienes les había gustado mucho un documental nuestro que se llamaba Tertulians. Hablamos de cuánto costaría hacer algo y empezamos el proyecto sin ni siquiera plantearnos volver al proyecto anterior con esas reuniones tan absurdas y extrañas con productoras. Al menos esa es la experiencia que nosotros tuvimos, probablemente no sea siempre así. 

CARLOS VERMUT
De todos modos, siempre ha existido el cine independiente y de bajo presupuesto. No es una cosa nueva. Almodóvar empezó haciendo pelis con muy poco dinero.

MARCOS ORDOÑEZ
Bueno, no era una peli industrial pero sí se hizo desde dentro de la industria.

CARLOS VERMUT
Lo que yo tengo entendido es que era una película muy pequeña, con su dinero...

MARCOS ORDOÑEZ
Sí, sí, pero se estrenó en cines... No eres el primero que hace una película con sus propios medios y dinero sin contar con los canales industriales de distribución, pero está claro que no es nada frecuente. Yo desde los 70 o así no había visto ese tipo de opción, porque todo el mundo decía: “Bueno, ya sé que mi película está teniendo poca acogida en los cines pero la hago porque así podré hacer una segunda.”

CARLOS VERMUT
Yo no tenía claro nada de esto ni qué iba a pasar con la película. Cuando empecé a hacerla pensé que acabaría poniéndola en Youtube.

MARCOS ORDOÑEZ
Pero sí sabías y tenías claro que no estaba previsto que fuera por un cauce industrial.

CARLOS VERMUT
No, yo empecé a rodar y tenía claro que quería tener más de sesenta minutos (que al final fueron 130, se me fue un poco la mano) de una ficción. No tenía planificado nada de cara al futuro. Quería terminar por el simple placer de terminarlo. No sé, no me planteé demasiado la posibilidad de estrenarla en salas. No era la prioridad. Estaba intentando vivir el momento y disfrutar cada parte del proceso de manera independiente. 

Me alegro que te guste la actitud, pero volvemos un poco a lo de antes, a lo que llaman la industria del cine español. Parece como que todo lo que haces sea en pos de una industria del cine español que hay que levantar porque se está muriendo y se supone que debería importarme, pero no me importa, lo siento. Y no lo digo por chulería ni lo digo por soberbia ni nada. No me importa porque no es mi negocio. Yo quiero hacer la película que me apetezca hacer y no me siento relacionado con el cine español. A mí lo que me importa es el cine. Bueno, no lo sé, igual hablo de más. Pero es que cuando ves a gente hablando de cine español... Ayer pasó aquí mismo, al final todo acaba siempre en una especie de espiral depresiva. Yo me salí de la sala tras el coloquio en plan: “Hostia puta, vamos a palmar. VAMOS A PALMAR”. Pero luego sales, piensas, relativizas un poco y te das cuenta de que la tierra va a seguir girando igual. Las cosas siguen su curso. 

A veces parece que todo ha de tener una visión comercial y acabamos olvidando el placer de hacer las cosas por el placer de hacerlas. Como si todos tuviéramos que estar ahí, construyendo pirámides y teniendo que estar en la onda del McDonald´s. “¡Es que hay que hacer industria...!” ¿Pero por qué hay que hacer industria? “¡Porque se va a acabar!”. Bueno, ¿y qué? “¡Pero los cines cierran!”. Bueno, ¿y qué? 




DESIREE DE FEZ
Pero aunque la mentalidad no sea hacer industria, ¿en algún momento piensas en el futuro espectador de la película? Es algo que también podemos relacionar con propuestas como la de Miguel con su Ultrashow o el Go Ibiza Go! de Los Pioneros del S.XXI. La primera vez que te enfrentas a ellas no necesariamente podrás entrar de una forma directa porque son muy rotundas y hasta cierto punto hay algo violento en el gesto de ambas (dicho desde la más profunda admiración). 

CARLOS VERMUT
Yo sólo quiero matizar una cosa. No estoy en contra de la industria, pero creo que el objetivo de las películas siempre tiene que ser hacer una buena película. Yo estaría encantado de hacer una película de Street Fighter o de Batman, y lo digo de verdad. (RISAS)

CARLO PADIAL
En el caso de Go Ibiza Go!, por ejemplo, empezó siendo una propuesta para BTV que se llamaba Go Barna Go! Cuando les explicamos que queríamos hacer un programa con fallos de realización y media offline, pusieron una cara bastante rara y nos dijeron que no. Dídac Alcaraz, el presentador, tiene un colmado de su abuela que ahora está cerrado y es bastante grande, así que construimos un croma ahí y empezamos el programa. Y eso sí que lo hicimos sólo para nosotros, pensábamos que iba a tener 10 visitas porque además somos unos inútiles de internet. Bueno, lo soy yo, a duras penas me entero de cómo hacer para enviar un mailing... (RISAS) 

MIGUEL NOGUERA
La verdad es que el Ultrashow se ha convertido en mi medio de vida. Es decir, el dinero que gano proviene básicamente del espectáculo. He podido dejar de trabajar en lo que hacía y esto para mí es una anomalía que puedo llegar a vivir incluso como un problema. 

A mí me contactó directamente Josep Salvatella del Teatreneu, y a él le había hablado muy bien de mí Victor Amela. Yo estaba en la presentación de uno de los videos de Los Pioneros y me llamó este hombre. Se le notaba que no las tenía todas consigo respecto a lo que hago aunque sí veía que había bastante gente siguiéndome. Él me decía: “He estado viendo videos y quizá si lo desarrollaras un poquito, si trabajaras un poquito más...”, y a mí ya me empezaba a salir el temor del artesano, ya empezaba el torno a girar. (RISAS)

Yo le dije que no lo iba a hacer pero que podíamos probar porque total, él no perdía nada. Recuerdo que cuando quedamos para ver la sala pequeña, no sé porqué pero me entró una rebeldía muy loca. Él tenía un poco así el perfil de empresario del teatro y a mí me veía como al cómico que pone pirámides en el asiento, me decía: “Podemos poner al público en una pose incómoda y que les duela el cuello cuando te vean...”. Había un asunto como muy de otro mundo y me fui calentando inconscientemente.

La gente de la editorial había conseguido que yo fuera al programa de Buenafuente, y el señor del teatro, cuando se enteró, se puso serio y me dijo: “Cuidao, que te juegas la vida en ese programa”. Según su sistema pues sí, tenía razón, pero a mí eso me molestó mucho: “A mí me da igual, todo esto. A mí me da igual, ¿eh? A mí me da igual trabajar de funcionario o hacer esto”. (RISAS) Es una declaración que hace aguas, no tiene ningún sentido decirle a un tipo que te está proponiendo un trabajo venirle con esa especie de rollo muy nihilista: “¡A mí me da igual tu teatro y tu mierda! ¡Me es indiferente!”. (RISAS) Pero fue una respuesta muy visceral, una guindilla, muy horrible. Era mentira, no me daba igual, qué coño. El tío se quedó un poco desconcertado, sin saber cómo responder.

El hecho es que después de eso empecé a hacer el Ultrashow semanalmente. Tengo que reconocer que dispongo de libertad relativa porque se ha generado una especie de responsabilidad a través del dinero. Es decir, él te paga y esto tiene que mantenerse, es tu medio de vida, intenta que esto siga en este teatro, intenta que esto conecte con la gente. Cuidado con los ritmos, que no se haga pesado, no experimentes demasiado no vaya a ser que la gente empiece a marcharse de la sala. Inconscientemente no puedes evitar tener una serie de pilotos encendidos, y por otro lado esos pilotos impiden que yo de repente empiece a hacer algo ahí que sea insostenible a nivel comercial. Es decir, yo sé que si me pusiera a decir lo que me diera la gana (muy rara esta declaración, ¿eh?), si dijera que me da igual que estéis aquí, que me da igual todo, ahora voy a experimentar libremente, me voy a sentar de espaldas a vosotros... Pues la gente dejaría de ir a ver el Ultrashow y se terminaría en pocas semanas. “Noguera se ha hecho una espora y no sé lo que está haciendo, no vale el dinero”. 

Con esto no quiero decir que... pero sí hay una especie de agobio extraño e inconsciente cuando estoy actuando de que: “esto tiene que funcionar”. Soy una persona muy poco entusiasta y con pocas ganas de hacer cosas a no ser que sean muy sencillas y no me lleven nada de trabajo. Es una cosa ambivalente, lo del dinero.

CARLOS VERMUT
¿Te da miedo que al haberse convertido en tu medio de vida te veas haciendo un día el Ultrashow y no te apetezca?          

MIGUEL NOGUERA
Ha habido momentos de convertirte tú en la persona que entra en la sala y que dice: “Esto es una mierda. Esto es una puta mierda. Este tío está engañando a la gente”. Y pensarlo tú mientras lo haces. Estar haciéndolo, encarnarte en ese ser y pasarlo muy mal. Me ha pasado algunas semanas sufrir una especie de crisis de confianza en la que he llegado a pensar que el Ultrashow se había convertido en una cáscara de lo que era. Y eso mientras estás delante del público, defendiéndolo a muerte. Pero sé que esas son sensaciones cíclicas. Al fin y al cabo es un espectáculo que está bien, que a mí me gusta y me pagan por ello. Y ya está.

MARCOS ORDOÑEZ
Marcos Ordoñez
La Bestia Low Cost anda suelta
A mí me descubrió el Ultrashow y Diamond Flash la misma persona, San Jordi Costa. Aparte de que, para mí, una recomendación de Jordi ya suele ir a misa, lo que más me chocó en ambos casos fue que, a los diez minutos, la sensación era de que estaba ante algo que iba profundamente en serio. Y repito, esto me pasó tanto con Miguel como con tu película, Carlos. No se trata de que sea o no sea algo moderno, ni hostias, ni leches, ahí había un poder de convicción muy grande. 

CARLOS VERMUT
Cuando estaba trabajando en Diamond Flash me lo tomé siempre muy en serio, hasta el punto de descartar escenas o capítulos enteros y tener que repetirlo con otros actores porque tal y como estaba saliendo no me convencía. Siempre hay que tomárselo en serio, creo que nunca hay que perder la perspectiva de porqué haces las cosas. 

La gran pregunta que me hago últimamente es acerca de cuál es el fin del cine o para qué sirve. Y es una pregunta que no tiene respuesta, porque los productores de la charla de ayer te dirán que es para conseguir dinero, bueno no, para hacer buenas películas, pero al final te das cuenta de que el discurso muchas veces se torcía hacia conseguir más dinero. Decía J.A. Bayona que lo hacía por pura pasión y estoy seguro de que es así. La suerte de Bayona, y es que además es verdad, es que el cine que él hace por pasión conecta con el espectador. Se nota que es honesto, se nota que es el cine que quiere hacer. Tiene clara su perspectiva y en mi caso es lo mismo. Se trata de ser honesto y de tomártelo muy en serio. 

Tú por ejemplo empezaste a hacer el Ultrashow por pasión, porque te salía, no lo hiciste porque pretendieras vivir de ello.

MIGUEL NOGUERA
En absoluto. Por eso digo que ha sido una anomalía. Además partía de un presupuesto inverso al que es en la actualidad, que era el del material hermético para el espectador y una diferencia potencial entre el espectador y yo. Es decir, yo tenía mis anotaciones y a mí lo que me ponía realmente es que ese material no estaba ni trabajado ni se podía comprender y que cuanto más rápido fuera más loco sería todo. Y ahora es al revés, completamente.

CARLOS VERMUT
Tú has hecho una apuesta por tu material parecida a la carrera de coches en Grease. No pongas esa cara rara, ahora lo entenderás (RISAS). Al fondo hay un precipicio, los dos coches se dirigen hacia él y tu apuesta es para ver quién se baja primero, si el espectador o tú, y en este caso el espectador es el que se ha rajado, has ganado tú la carrera. En el cine comercial, muchas veces esa obsesión por intentar agradar al espectador de manera inmediata creo que es contraproducente, porque nunca sabemos qué es lo que quiere el espectador.

MARCOS ORDOÑEZ
Totalmente de acuerdo.

CARLOS VERMUT
Siempre dicen: “En España el público es como muy paleto...”. ¿Paleto un país cuyo director más reconocido internacionalmente es Pedro Almodóvar? Almodóvar es el tío de Entre Tinieblas, Almodóvar es el tío de Matador, que empieza con un tipo haciéndose una paja mientras está viendo un slasher. Es un planteamiento contradictorio, si Almodóvar funciona en taquilla es porque trabaja con pasión y creo que eso el espectador lo nota.

Vuelvo a retomar el tema del cine Low Cost, el cine independiente, ese cine hecho con poco dinero que mucha gente de la industria critica. Los directores de cine que están llenando y han llenado salas, que están generando industria y lo han petado, empezaron haciendo cine independiente porque era el cine que ellos querían hacer.

Christopher Nolan, Peter Jackson, Sam Raimi, George Lucas... Esos directores que empezaron haciendo películas de bajísimo coste son los que ahora mismo revientan las taquillas. ¿Por qué? Porque cada una de sus películas, cuesten 10.000€ o doscientos millones de dólares, están hechas con amor, y esa perspectiva es la que yo creo que nunca deberíamos perder.

Esa búsqueda para agradar al espectador, de escribir para meter gente en la sala... Si funcionas así, monta una discoteca. En serio, monta una discoteca. Si realmente quieres hacer buen cine y llegar al espectador, hazlo con amor. Ese sería un poco mi discurso de cuál es la conexión entre el cine Low Cost y el cine comercial. En el fondo es lo mismo.

MARCOS ORDOÑEZ
Lo fantástico es que habéis conseguido conectar con un público pero sin esa cosa tan pringosa y atroz de querer halagarle. No es cine para coleguis ni humor para coleguis. No encuentras adherencias del momento, referencias, guiños... Lo que hacéis parece venir de otro planeta completamente autónomo y atemporal. Esa pureza se agradece muchísimo y pienso que eso conecta muchísimo con el espectador porque va directo al hueso. No hay floripondios alrededor.

CARLOS VERMUT
En el caso de Miguel creo que es muy evidente porque su humor es una idea directa, sin necesidad de pasar por un modo narrativo convencional.

MIGUEL NOGUERA
Cuando yo anoto una idea no pienso en términos humorísticos, no me preocupo especialmente de que el lenguaje sea más o menos humorístico. De las ideas en sí, lo que a mí me interesa es esa mezcla de cuerpos, ese elemento que me interesa explicar y punto. Sí que intento buscar una cierta energía o entusiasmo “del momento”, en el que yo de alguna manera encuentro la forma de hacerlo sin sufrir, es muy importante encontrar eso, un páramo de tranquilidad para mí. Muy tranquilo, no puede ir mal, no hay una lógica de esfuerzo.

Mi medio natural de vida hubiera sido ser un empleado gris en una oficina en la que ya estuviera instituido que absolutamente nadie quiere estar ahí. Esas eran las reglas del juego que yo había aceptado, y eran buenas. Es decir, ni tú ni yo queremos estar aquí pero vamos a estar aquí ocho horas al día. Vale, yo lo aceptaba. Era triste pero lo aceptaba. Y luego había una especie de línea de fuga que era: “Cuidado, que a lo mejor me quedo algo de tu sonrisita, algo de tu informe y me lo apunto en una libretita, así creo que me libero de alguna forma, algo como subversivo.” Y ese era el formato. Yo me estaba mentalizando muy fuerte para ello hasta que de repente llegó la anomalía y ahora esa especie de válvula de escape se ha convertido en todo lo contrario, el reconocimiento, de repente tienes todo el día por delante... Es como una jugada de Satán, algo macabro, pero lo que también me pone bastante es que podría haber sido así. Es decir, no dependía de mí. Dependía de algo exterior. Podía haber sido así y habría vivido así y en cierto modo hubiera sido feliz así. Esto para mí es muy curioso.


La UltraOficina de Miguel Noguera.
CARLO PADIAL
En Los Pioneros podemos entender esto un poco, porque tenemos esta doble vida muy rara de hacer nuestros videos o la peli, pero también llevamos varios años trabajando como guionistas de encargo. Me impresiona mucho una cosa que me dijo Miguel en la presentación de uno de nuestros vídeos, Atrévete Ken, que fue: “Yo, para hacer algo que se parece a lo que a mí me gusta pero que no tiene nada de su esencia, prefiero no hacerlo”. Es algo que yo pensaba, porque en realidad llevamos tres años haciéndolo, pero los proyectos para los que escribíamos por encargo son terribles, una puta mierda. Incluso hay el riesgo de llegar a pensar que tu propio sentido del humor se te puede llegar a consumir en este tipo de proyectos. Tal vez por eso los videos que estamos haciendo últimamente son un poco más puros, o todo nos da un poco más igual. Cuando alguien me habla de montaje, o me quiere explicar algo de Final Cut, es como: “No me expliques nada. Ya tengo esa otra vida que es muy rara, con reescrituras interminables que son una locura, déjame hacer mis cosas”.

CARLOS VERMUT
Para mí hay un aspecto simbólico en el que pesa más el efecto burocrático que el real, y es el concepto que tenemos del estreno en salas. Este tipo de películas independientes que nosotros hacemos se estrenan muchas veces en una sala en Madrid o en Barcelona durante una semana y no va nadie a verlas, pero si consigues pasarlas en festivales parece como que de repente eso no cuenta. No, no, no, lo que cuenta son los seres humanos que ven la película, por eso me preocupa tanto el hecho de estrenar en salas de manera “legal”, porque de alguna manera mi película ya se ha visto en “muchas salas”, y se seguirá viendo. ¿Por qué estamos mirando siempre la parte mala? “Es que internet, la gente va a ver las películas así, pequeñas... ¡Vaya mierda! ¡El cine se hace para verlo en el cine!”. Perdona, la mayoría de series de TV son mil veces mejores que las películas que se hacen actualmente y se ven en pantallas pequeñas. “¡Ya, pero no es lo mismo!”. No, claro, no es lo mismo... pero porque son mejores las series de TV.


Barcelona / 28 de junio / 2012

viernes, 7 de diciembre de 2012

CRONICALIA: Jornadas Cine Low Cost III / "Santiago Lorenzo is in da jaus".



Durante cuatro días del pasado mes de junio, Barcelona y su Arts Santa Mònica acogieron un ciclo de proyecciones y mesas redondas bajo la bandera Cine Low Cost. "¿Y qué es eso de Cine Low Cost?", intuyo que te preguntas. Tranqui, Desirée de Fez (coordinadora y programadora del proyecto) te lo cuenta a grandes rasgos: “Más que explicar nada, es un modo de intentar entre todos saber en qué punto estamos, qué cine se está haciendo aquí y si este cine de bajo presupuesto es una alternativa o un relevo”. 

Suena bien, ¿eh? A mí también me sonó genial cuando lo vi anunciado. Además, en el programa se incluían charlas con gente a la que respeto más allá de lo que el decoro me permite confesar en público, amén de proyectarse piezas y alguna que otra peli que llevaba mucho tiempo queriendo ver, así que no me lo pensé dos veces, trinqué la TrágicoMochila y hala, para allá que me fui grabadora y cámara en mano dispuesto a aposentar mi culo mapatxil en la primera fila. 

En esta tercera entrega, el grandioso Santiago Lorenzo y su personalidad arrolladora irrumpieron en la sala para presentar el pase de Mamá es boba y su última (y recomendabilísima) nueva novela, Los Huerfanitos. Quedáos bien con esto, lo de recomendabilísima es cualquier cosa menos gratuito. Hacía tiempo que no disfrutaba tanto con la lectura de un libro Made In Spain. 

También me veo en la obligación de comentar que he decidido no tocar prácticamente nada en lo que a las intervenciones de Lorenzo se refiere. A veces encuentras gente con un modo de hablar y de expresarse realmente personal, así que tras varios intentos de edición bastante patéticos en los que se ganaba en claridad pero se perdía en magia y gracejo, decidí deshacer camino y dejar prácticamente intactos sus parlamentos. Ahora estoy convencido de que valió la pena. 

Con todos ustedes: Miqui Otero (capo de la organización de las jornadas y muy en boga últimamente por la publicación de su La Cápsula del Tiempo), Jordi Costa y Santiago Lorenzo. 



///Santiago Lorenzo / Presentación de Mamá es boba y Los Huerfanitos///


MIQUI OTERO

A finales de los años sesenta, Mel Brooks estrenó una película (mutada en exitosísimo musical de Broadway) llamada Los Productores. En ella, un productor teatral descubre que si su nueva obra fracasa ganará más dinero gracias a las donaciones de gente interesada en invertir en la obra que si ésta resulta ser un éxito, así que decide que el montaje verse sobre una temática nazi y poner todas las fichas necesarias para que el proyecto se vea abocado al fracaso más absoluto.



El trío protagonista de la novela Los Huerfanitos (Santiago Lorenzo / Blackie Books, 2012) se enfrenta a lo contrario. Su padre, bon vivant y hombre de teatro durante toda su vida, les lega en su lecho de muerte un saco de miedos congénitos, un teatro ruinoso y unas deudas desorbitadas, así que ellos deciden montar y estrenar una obra en tiempo record para optar a una subvención que les saque del agujero. El título escogido para la obra es La Vida, y me da la impresión de que, como escribía Hunter S. Thompson en Los Diarios del Ron, “las palabras grandilocuentes (la vida, el éxito, el fracaso, la hostia) sólo las pueden usar con soltura necios y curas”. Pues bien, a Santiago se le dan mejor otro tipo de matices y de palabras más pequeñas, porque cuando los huerfanitos del título se enfrentan a este reto, las palabras que más se asocian a Obra no serían “montaje teatral” o “Ibsen”, sino “estucado”, “gotelé” o “goteras”.



Santiago, al fin y al cabo, hace una especie de apuesta por la comedia cuya función es desenmascarar los vicios de esta sociedad. Si antes era fácil encontrar al falso devoto o al avaro, ahora encontramos al empleado demasiado motivado que espera ser empleado del mes, o a la persona madura que no cree necesario crecer o asumir responsabilidades, como sería el padre. La apuesta de Santiago es cómica, tierna, viaja a otro ritmo. Él es de los que saben que el reloj estropeado da la hora exacta dos veces al día, así como que no es necesario dejarse llevar por las tendencias de lo que se debe o no se debe hacer, sino hacer una apuesta por la honestidad y por la pureza. Y es lo que ha hecho.



Jordi Costa, aquí presente, es amigo suyo desde hace tiempo. Yo lo soy desde hace menos, pero me siento profundamente afortunado por haberme cruzado en el camino con Santiago y sobre todo por haber disfrutado de lo que él escribe y hace con un mimo y cariño casi pre-tecnológico y artesano. Cuando uno tiene que trabajar con materiales de derribo, cuando uno tiene que vivir con cosas que le son dadas o cuando uno hereda deudas, la única apuesta posible es el artesano que hace algo bonito a pesar de todo eso. Creo que así como hay algunos directores de cine o novelistas que para hablar de la incomunicación humana plantarían a un mimo en el centro de Tokyo, Santiago es capaz de plantear esa misma incomunicación en alguien que viaja en un autobús Alsa para ver el acueducto de Segovia, y seguramente llegará a algo mucho más profundo y muchísimo más verdadero durante el camino.

JORDI COSTA
Todavía tengo la lectura de Los Huerfanitos muy fresca, acabé de leerlo hace tres días y aún estoy en estado de shock y felizmente trastornado. A lo largo y ancho del libro soy capaz de reconocer al Santiago Lorenzo al que llevo muchos años conociendo y apreciando. Si alguno de vosotros todavía no le conoce, Los Huerfanitos es una perfecta introducción a él, a su forma de pensar, a lo que hace y dice, pero si os gusta esta novela, que estoy seguro que os gustará, no dejéis de recuperar Los millones, que también es una gran novela, de menor extensión pero igualmente enorme. 



Cuando era pequeño, recuerdo que me maravillaba esa gente capaz de coger un hueso de melocotón y hacer con él un silbato, porque yo me sabía incapaz de realizar ese salto mental que va de la idea a su realización. Santiago es un poco el señor que en el patio de colegio cogía el hueso de melocotón y no sólo hacía un silbato, sino que lograba esculpir en su interior un conjunto escultórico que representaba un gran drama humano en el que quizá te empezabas riendo de la pequeñez y la vulnerabilidad de los personajes, para acabar absolutamente conmovido por haberte reconocido en él. 



Creo que es importante que se presente este libro aquí, porque cuando él hacía sus cortos o dirigió Mamá es boba nadie pensaba todavía en términos de Cine Low Cost, ni siquiera él pensaba en términos de un cine indie español, sino que en un momento en el que todavía no estaba tan extendida esta sensibilidad, hizo las películas que quería, no diré yo que de espaldas al público o a los productores, pero sí que sin obsesionarse en gustar: simplemente queriendo contar la historia que quería contar y del modo en que él quería hacerlo. Y lo consiguió, Mamá es boba y Un buen día lo tiene cualquiera son dos películas fantásticas y extrañas. 

Juro que esta foto ha salido de las primeras
al teclear "Jordi Costa" en Google Imágenes.
También hubo un punto en el que imagino que se cansó de intentar convencer a productores o de intentar vender un proyecto y decidió convertir sus historias en novelas. Lo que me sorprendió al leer Los millones no sólo fue reconocer el mismo tipo de historias o personajes que encontramos en sus obras filmadas, sino darme cuenta de que lo que tenía entre las manos no era un guión transformado, improvisado o retocado mínimamente para convertirse en novela. Tras dos páginas leídas, me sentí comodísimo en Casa Lorenzo, y descubrí que mi anfitrión se revelaba ante mis ojos como un escritor de raza poseedor de una voz propia increíblemente definida.


No voy a desvelar nada importante del argumento, pero en un momento de la novela los personajes consiguen unos focos de segundísima mano para utilizarlos en su montaje teatral. Al encenderlos, Santiago Lorenzo describe cómo el decorado, que hasta ese instante nos parecía infecto, empieza a mutar en una especie de catedral de belleza absolutamente improvisada gracias a la coreografía de la luz, creando así un momento místico de transubstanciación absolutamente mágico y maravilloso. Ésa es, para mí, una imagen casi metafórica de lo que hace Lorenzo: coger lo que los otros tiran para convertirlo en catedrales perdurables.


SANTIAGO LORENZO

Muchas gracias por venir. Hoy vamos a hacer una charla multidisciplinar. Es decir, vamos a hablar de novela, de esta novela, y vamos a ver un largometraje, que era una cosa que se hacía antes. Largo-metraje. Por cierto Jordi, yo también pensé que era difícil hacer lo del silbato, y es tan fácil como coger el hueso del melocotón, caminar al lado de una tapia y frotando el melocotón con la tapia. Se hace un agujero y ya está hecho el silbato. Y me has dado una idea con lo de hacer un Hamlet dentro del hueso, y lo voy a hacer para tenerlo en mi casa.


Vamos a ver una peliculita nueva, que se llama Mamá es boba. Quince añazos tiene. Es decir, no estamos hoy ante un estreno. Yo no sé quién viene hoy a lo del Low Cost porque estaba por el Santa Mónica y quién viene porque es mi prima, por ejemplo, que está ahí, sentada en la fila once.


Esta es la tercera vez que me llaman para hacer un taller de Cine Low Cost y era la tercera vez que lo rechazaba, porque a lo que tenéis que aspirar es a hacer películas de miles de millones de pelas. Y yo no seré el que os diga: “no, no, hay que hacerlas de poco dinero y tal”. El que va a hacer la película con poco dinero la va a hacer igual, se lo diga yo o no. Los que no van a hacerla les dará igual que yo les diga que la hagan. Lo que me preocupaba es el que estuviera dudando y tal. “¿Yo hago la película Low Cost o no?”. Y entonces llego yo y le digo: “Hazlo”. Porque es chulo y el hombre tiene que mejorar y su voluntad y creatividad tienen que imponerse... Y va el tío y la hace con los más que posibles resultados de GRANDES FRACASOS. Y yo no quiero tener nada que ver con esos GRANDES FRACASOS.


Así que le dije a Miqui que tenía grandes reparos y tal, ya me invitaron una vez, ya me invitaron otra y dije que no. Y fue cuando a Miqui se le ocurrió poner la película Mamá es boba.


MIQUI OTERO

Yo perseveré.


SANTIAGO LORENZO

Claro, yo dije: “Ah, qué bien”. Porque como nos dieron tanto por el saco con esta película, yo cada vez que la quieren poner digo: “claro, ponla”. Así, más o menos, la película lleva ya varios millones de espectadores. Ha costado quince años, pero poco a poco... Mira, hoy se suman a lo mejor otros doscientos que están aquí, que tampoco, porque la mitad ya la habéis visto, venís a re-vi-si-tar-la. Y entonces pues... NO. Pero bueno. Hay millones de tíos que la ven por primera vez y luego unos cientos de miles que la ven por segunda vez. 



Yo nunca he sabido cómo presentar esta película porque... (PAUSA)... ya lo ha dicho perfectamente antes Jordi... (PAUSA) ...confluyen ambas vías de expresión: el cine y la novela. Esto (Los Huerfanitos) va de unos tíos que deben 360.000€, un dinero que no han gastado. Pues amigos, ésto está basado en hechos reales. Es decir, yo me encontré con que la gente tan simpática que llevó la producción de Mamá es boba había endilgado a mi nombre unas cantidades al cambio similares a éstas. La película se hizo con grandes problemas, todos solucionados porque estábamos detrás una panda de valientes. No fue el caso de Jordi, que escribió cosas muy bonitas, pero luego, cuando por fín salió la película empezaron a salir unos hijos de puta diciendo que yo era imbécil y que la película era una mierda y yo me quedé como un poco flipado (RISAS). Yo pensaba que les íbamos a dar pena porque llegábamos así, en plan Low Cost, se nos notaba que llegábamos con cuatro pelas y dirían: “Bueno, estos tíos, estos paletos hacen esta película y tal”.
Mamá es boba... 
pero algunos productores son listísimos.

En fín, nos pusimos y la acabamos. Y, de hecho, quince años después, la váis a ver. O a volver a ver, porque vamos, alguno de los presentes como Rubén Lardín, tú la has visto catorce veces. Jordi la ha glosado, ha escrito sobre ella, le ha influído en su vida personal (RISAS), Miqui llamará Martín a su hijo, que es el nombre del protagonista. 



Y hasta aquí el filme. A mí me gusta decir que es una película rodada en Palencia. A) porque es verdad; B) porque Palencia es como un sitio raro, extraño y entonces por lo menos tiene ese valor. “Sólo ha habido una película que se rodó en Palencia”.


Pero vamos, que yo encantado de que veáis Mamá es boba. A mí lo que me fastidia es que la película tenía que haber costado mucho menos dinero. Es decir, a mí siempre me sale animaros, aunque antes haya dicho lo contrario, a lanzaros al Low Cost, pero es que hubo partidas de producción absurdas, no sé porqué los del equipo se empeñaban en desayunar cada día zumito de naranja. Una panda de pordioseros que en su puta vida había desayunado otra cosa que achicoria me la acabaron metieron doblada (RISAS).


Con esto y con todo, hay que decir que al final el problemón de la deuda que me endilgaron se arregló en tres sentidos, a ver si me acuerdo. UNO, que todo aquél desastre económico se solucionó; DOS, que encima, a cuenta de que lo arreglo me eché una novia fenomenal cuyo padre arregló el asunto poniendo la pasta, oséase, un trato fenomenal; y TRES, que cuando hubo que escribir una novela sobre un pobre imbécil que debe una pasta que no tendrá en su puta vida, pues uno llegó con los deberes muy hechos y con una documentación muy aprendida. La novela en sí no sé qué os parecerá, lo que sí os aseguro es que está muy documentao. Unas pasiones muy vívidas, ¿no?



La novela supongo que sabéis de qué va, y si no pues os lo cuento. Son unos tíos que se encuentran con unos gastos que no han hecho y que tienen que pagar. Tres tíos que se tienen que poner a hacer una obra de teatro sin ningún tipo de ganas. Por fortuna, a la mayor parte de la gente no le apetece hacer obras de teatro. Están muy contentos y tranquilos en sus casas sin hacer más. Ellos, los protagonistas, son de esta ralea y se encuentran, de la noche a la mañana y por cuestiones que aparecen explicadas en los primeros capítulos del volumen, con que se tienen que poner a hacer TEATRO. Y bueno, es como si a mí me dijeran que tengo que volver mañana a Madrid en coche, que en mi vida he tenido un carnet. ¿Cómo va a acabar? En desastre.


Y esto nos devuelve al principio, porque ayer me contaba mi prima Inés (con quien estaba glosando en secreto toda esta charla) que la forma en la que se me solucionó todo el asunto fue fantástica para la vida real, porque apareció un señor a quien yo jamás olvidaré, que llega y me dice: “toma el dinero y tal”. Fue fantástico. Y me hago novio de la hija. Pero en una novela eso es una porquería de final. Es como si tú llegas a una playa y en una esquina dices: “Hombre, un cofre. Hombre, un tesoro. Hombre, voy a comprarle un anillo a mi mujer, “the wedding ring”... Eso sería fantástico pero en una película queda fatal. Así cualquiera. Tener un problemón así, que aparezca un tío y te diga: “No te preocupes, tú la cabeza fría, Santi, yo me ocuparé de todo lo demás”. El lector acabaría más que mosqueado por haber aguantado trescientas páginas pá que acabe con que aparece un Deus Ex Machina. Como podéis ver, esta es una charla en varios idiomas.



Y ahí fue donde tuve que echar el resto, porque en la segunda parte no podía contar mi experiencia real porque narrativamente era fatal, aunque biográficamente fue fenomenal. Así que ese es el final que tendréis que descubrir vosotros. 



Es una novela muy madrileña basada en localizaciones reales y está pasando ahora. En algún punto del 2013 la acción acaba. Así que si la acabáis antes de que acabe el año es mejor porque está pasando ahora mismo. ¡Hala, qué subtexto! ¡Hala, qué invasión de la realidad! Así que apresuráos a comprarla. 
Santiago Lorenzo, UN JRANDE DE ESPAÑA.



MIQUI OTERO

Pues si alguien del público se anima a poner en jaque a Santiago con sus preguntas...



ANCIANO TERRIBLEMENTE INQUIETANTE QUE HA NACIDO PARA TRABAJAR CON VENGA MONJAS Y LOS PIONEROS DEL S.XXI

Yo soy actor y a mí nadie me ha enseñado nada. Yo del cine siempre salgo de mala hostia. Sólo hay violencia. ¿No habría forma de que no se viera tanta violencia en el cine? Porque yo hace un tiempo me fui a una filmoteca y había ahí un señor que siempre había hecho de terrorismo. Y yo se lo dije a todos los que había ahí: "Mire uhté, ¿uhté por qué hase siempre lah pelih de terrorihmo?". Porque la gente parece que eso se contagia. ¿Por qué no puede ser como antiguamente que ponían Lo que el viento se llevó o Cantando bajo la lluvia...? A mí eso me impresiona muchísimo.


SANTIAGO LORENZO
(Rotundo)

¡NIEGO LA MAYOR! ¡NO HAY NINGUNA VIOLENCIA! ¡HACEN QUE SE PEGAN PERO NO SE PEGA NADIE! ¡HACEN QUE MUEREN, PERO NO MUERE NADIE! Y eso no es óbice para decir que Lo que el viento se llevó está muy bien. Y Cantando bajo la lluvia. Pero yo tengo una ocasión cada quince años para poner Mamá es boba y me voy a poner a hablar de Escuela de Sirenas? (RISAS) 


PÚBLICO

Hay un momento en el libro en el que uno de los actores que ayudan a construir la representación recita el texto incluyendo las acotaciones. Y escribes: “Esto que parece tan extraño ha sucedido en una grabacion de hace cinco años”. Yo creo que dado que estás presentando la novela, esta acotación debería ser explicada. Es decir, ¿en qué otro instante has visto a un actor que recitaba no sólo el texto del personaje sino también toda la descripciónde las acciones?.


SANTIAGO LORENZO

Muy interesante pregunta. Y vuelve a ser otra intromisión de la vida real en la vida ficticia, aunque en el texto, supongo, lo que dice es que “hace seis años pasó en el rodaje de una vida real”. En 2006 estaba yo rodando una película que se llamaba Un buen día lo tiene cualquiera. Y llegaron y dijeron: “No, no, a esta tía la vas a meter. Y digo: “Bueno, pues venga”. Escribo un papel de dos líneas. Y me llama la tía y me dice: “Holaaaaaa... Mi papel es muy corto. ¿Quién hace la protagonista?”. Entonces empecé a pensar como se podía hacer y escribí una secuencia de una página. Supongo que ella dijo que esa página de mierda seguía siendo corto, pero se quedó con eso. Y en efecto, un día nos fuimos a hacer una lectura. Yo había escrito el guión. Y de repente esta chavala empieza a decir unos diálogos que a mí no me sonaban de nada. Yo me asomé un poco así como por encima para ver su guión y descubrí que con el rotu STYLO-BOSS había hecho eso que hacen todos los actores, que es subrayar sus diálogos, pero es que esta lo había subrayado todo: diálogos, acotaciones... TODO. Y empieza a leer: “Enfurruñada se levanta de la mesa”. (CHOTEO GENERAL) Y esto aparece en Los Huerfanitos, claro, porque a la gente que mola hay que meterla. (MÁS CHOTEO)

PÚBLICO
¿No hay posibilidad alguna de película de Los millones?


SANTIAGO LORENZO
Puuuuueeeees... A mí me parece como si lo del cine yo lo hubiera soñao, ¿sabes? El otro día de repente se me pega por la calle uno del cine. Una cosa muy rara. Yo no... Yo no tengo ni idea. Yo cuando empiezo a pensar eso me acuerdo de una cosa que dijo Borges, que era que todas las reflexiones que haga el hombre respecto del tamaño del universo están condenadas al fracaso, porque el tamaño de la cabeza del hombre no da para pensar en el universo. A mí me pasa igual. No, no sé. Hay unos que dicen... Pero nunca pienso en esas cosas. La película ya está hecha, que es Los millones, y es una novela. Y se ve bien y el sonido está fenomenal, que siempre fue un problema que yo tuve, el sonido.