martes, 24 de mayo de 2011

Una Odisea del Espacio (pero despacio, oigan). -UNO-

Sé que os estaréis preguntando: "¿de qué va todo esto?".

Allá en la Tierra yo era un hombre hecho y derecho (aunque un tanto encorvado) con una vida normal y corriente. Ya sabéis: trabajo, casa, mujer, perro, hijo, hipoteca, principio de cirrosis... Hasta que el día de mi trigésimo séptimo aniversario, mi mujer, Máxima Ilusa, me dijo:


-Feliz cumpleaños, cariño. Me estoy follando a tu jefe. ¿Me pasas la mermelada?


Acto seguido, Encefalograma Plano, mi hijo, dijo:


-Oye, viejo, dile a tu jefe que se lo haga mirar, creo que me ha contagiado algo... Ah, felicidades y eso, ¿me das 80 pavos pá keta?


Entonces el perro apareció con una foto de Bruce Springsteen en la boca, la dejó en el suelo, se apoyó sobre las patas delanteras y levantó el trasero.



Estaréis de acuerdo conmigo en que hay ocasiones en las que un hombre tiene que hacer lo que tiene que hacer.


-Teléfono de la Esperanza, dígame...


-Holaquétal... Verá, me llamo Pitón Cobra y voy a suicidarme viendo del tirón la peli esa que hicieron en Tele5 de Felipe y Letizia.


-Joder, hay que ser sádico. ¿Porqué no se esnifa usted unos cuantos gramillos de sosa cáustica? Sería menos doloroso...


-Mi jefe se folla a mi mujer.


-No me diga.


-Y a mi hijo.


-Quéééé interesanteeeee...


-Y a mi perro.


-¿Ha pensado en convertir su casa en un burdel familiar tipo "Gran Hermano"? Tendría la vejez asegurada, fijo.


-No sé qué hacer.


-Le recuerdo que antes ha mencionado la palabra "Suicidio".


-Pero es que eso va contra mi religión.


-¿Y qué religión es esa?


-La de seguir vivo hasta que se imponga lo contrario.


-Rajááááááooo... Rajaááaáááooo...


-Oiga, se supone que tendría usted que animarme.


-Ya, claro, y se supone que su jefe debería limitarse a darle por culo a usted en la oficina, no a su familia en pleno en la cocina. A veces las cosas no salen como esperamos, ¿sabeusté?


-¿Y qué me recomienda que haga?


En ese momento, la sabia voz que resonaba en mi cabeza a través de los sensores cerebrales dijo unas palabras que, con el paso del tiempo, resultarían determinantes en mi vida.


-Oiga, Sr. Cascabel...


-Sr. Cobra.


-Eso. ¿Ha pensado usted alguna vez en esas horribles pezuñas que tienen las cabras?


Bueno, vale, determinantes, lo que se dice determinantes, esas palabras... No lo fueron. Pá que nos vamos a engañar. Pero es que siempre quise escribir un párrafo que empezara por: "En ese momento, la sabia voz que resonaba en mi cabeza a través de los sensores cerebrales..."


Entonces comprendí que ningún Teléfono de la Esperanza podría ayudarme, y corté la conexión cuando la voz decía:


-¿Se ha fijado usted alguna vez en lo estúpido del mecanismo del "Yo-Yo"? Y no me refiero al egocentrismo...


Después de eso, bueno, seguí como si nada hubiera pasado. Durante quince minutos. Pasado ese breve lapso de tiempo me encerré en el lavabo con un PLAYBOY, y estaba a punto de recibir mi dosis de endorfinas cuando lo vi. Era un anuncio pequeño, escrito en sencilla letra de imprenta, en la parte inferior izquierda de la página donde una neumática rubia me guiñaba el ojo. Decía así:

"¿NECESITA UN CAMBIO EN SU VIDA?
¿ESTÁ USTED CANSAD@ DE LOS SERES HUMANOS Y SUS ESTÚPIDOS ANHELOS?
¿LE GUSTA VIAJAR?

Si la respuesta a alguna de estas preguntas es SÍ (y dispone de carnet de conducir espacial en vigencia)... ¡NO LO DUDE! ¡LLÁMENOS! ¡NO SE ARREPENTIRÁ!

            931-987-0302       (Preguntar por la Sra. María Antonieta)"



 SEGUNDA PARTE
  

2 comentarios:

  1. Con esos comentarios en mi blog vas a conseguir que me sonroje. No hace falta que te diga que soy una admiradora y siento fascinación por tus diálogos. Y no sigo, que las pelotas no les gustan a nadie.

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  2. Joer, pues mi abuela hace unas pelotas de ternera que son espectaculares. Pueden usarse para derruír edificios y todo de lo compactas que son.

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Hala, despáchate a gusto. Pero ya sabes, pórtate bien o te despacho yo a ti, que para eso soy un mapache rabioso.