-Holaquétal... ¿Podría decirme si hay alguna sucursal del Banco X en esta zona, por favor?
-¿Perdón?
-Le preguntaba si sería usted tan amable de indicarme si hay alguna sucursal del Banco X en esta zona, por favor.
-No, este es el Banco Z, señor, lo siento.
-Sí, lo sé, pero verá, tengo un talón al portador que quisiera cobrar, y para hacerlo debo encontrar una sucursal del Banco X.
-Pero este es el Banco Z, señor.
-Ya. Lo sé perfectamente. Ahí fuera hay un rótulo enorme...
-¿Se refiere al rótulo luminoso?
-Ese mismo. En ese rótulo está muy claro que este es el Banco Z, pero yo quisiera saber...
-Es un rótulo precioso.
-¿Perdón?
-El rótulo. Es precioso.
-Sí, sí, es muy bonito, pero yo...
-A los operarios les llevó toda una mañana colocar el rótulo a esa altura.
-¿En serio?
-En serio. Dijeron que era un rótulo muy bonito. Dijeron que era el rótulo más bonito que habían colocado nunca a esa altura.
-De acuerdo. Estoy de acuerdo con usted en que el rótulo es muy bonito. Es más, me atrevería a decir que es magnífico, inconmensurable: una obra de arte hecha rótulo. La contemplación de ese rótulo colma de dicha mi corazón y aporta serenidad a mi alma. Es un rótulo, cómo diría yo...
-Tampoco es para tanto.
-¿Qué?
-Digo que tampoco es para tanto. Al fin y al cabo no es más que un rótulo, señor, no un cuadro expuesto en el Museo del Prado...
-De acuerdo. De acuerdo. Captado. Tampoco hay que pasarse con el rotulito. Lo que quería decir es que sé perfectamente que esta es una oficina del Banco Z, entre otras cosas porque he tenido el placer de comprobarlo personalmente al echar un vistazo a ese bonito rótulo -que no inconmensurable- que tienen ustedes ahí fuera. Ahora bien, mi pregunta, oséase, la razón por la cual me he decidido a entrar aquí, es saber si por una de esas casualidades de la vida tiene usted conocimiento de que exista, en las proximidades adyacentes a esta oficina, una sucursal del Banco X para que así pueda cobrar este talón al portador que un cliente ha tenido a bien endosarme.
-Pero señor, esta es una sucursal del Banco...
-Del Banco Z, si, eso lo he entendido, lo he entendido...
-Pues soy yo quien no entiende, señor.
-Ya. Escuche, ¿a usted nunca le han preguntado la hora por la calle?
-No entiendo, señor.
-Menuda novedad.
-¿Quiere usted saber qué hora es?
-No. No quiero saber la maldita hora. Sólo quiero saber si nunca, en toda su vida, se ha acercado alguien a usted por la calle y le ha preguntado: "¿Sería usted tan amable de darme la hora, por favor, caballero?"
-Las dos menos cuarto. a.m.
-¡Me importa tres rábanos la hora que sea! Rediós... Vamos a ver, ¿verdad que acaba de mirar el reloj, ese reloj tan bonito -que no inconmensurable-, y me ha dicho que son las dos menos cinco? ¿"a.m.", para más inri?
-Verdad, señor, porque me ha parecido que me preguntaba qué hora era.
-Si me permite, quisiera plantearle otra cuestión estrechamente relacionada con el fascinante tema que nos ocupa.
-Estaré gustoso de ayudarle en la medida en que me sea posible, señor.
-Eso me gustará verlo... ¿Porqué -me pregunto, inocente de mí- me ha dicho usted qué hora era, en vez de decirme: "Este es mi reloj, señor, lo siento"?
-Porque no sería lógico, señor. Usted me pregunta la hora y yo doy por hecho de que no dispone de medios suficientes para consultar esa información por sí mismo, luego sería una tremenda falta de educación por mi parte el negarle dicha información. Eso sí, siempre y cuando esté en mi mano -en mi muñeca, en este caso, si se me permite el fácil juego de palabras- facilitársela.
-¡Exacto!
-¿He respondido correctamente a su pregunta, señor?
-No podría haberlo hecho mejor. Ahora quiero que repase usted, mentalmente y paso por paso, esta argumentación tan coherente y rebosante de sentido común con la que ha tenido a bien deleitarme.
-¿Empiezo ya?
-Desde luego, desde luego.
-...
-Tá tatá tatátatátatááá...
-...
-Tú tutú tutútutútutúúú...
-Ya está, señor.
-¿Seguro?
-Sí, señor.
-¿Del todo?
-Eso creo, señor.
-¿No se ha dejado nada?
-No, señor.
-¿Ni siquiera una coma?
-Ni siquiera una coma, señor.
-¿Ni siquiera un punto y coma?
-No recuerdo haber utilizado ese recurso en mi anterior disertación, señor; recurso, dicho sea de paso, de uso estrictamente literario, señor.
-Bien, bien, así me gusta, así me gusta... Ahora quiero que haga un esfuerzo sobrehumano y preste mucha atención a la pregunta que voy a formularle. Voy a decirlo muy despacito para que entienda perfectamente el pleno significado de semejante pregunta, ¿de acuerdo?
-De acuerdo, señor.
-Y por favor, no se dé prisa en contestar... Tómese su tiempo, con tranquilidad...
-Lo haré lo mejor que sepa, señor.
-Estoy convencido, campeón, estoy convencido.
-Si me permite el comentario, señor, esto me recuerda a mis tiempos de colegial. Había un profesor, Don Eustaquio se llamaba, que procedía de la misma forma que usted para tomarme la lección.
-¿Y le dio clases mucho tiempo, el tal Eustaquio?
-Ocho años, señor.
-Virgen santa. Bueno, valor y al toro. ¿Preparado?
-Creo que sí, señor.
-De acuerdo, vamos allá.
-Le escucho, señor.
-TENGO... UN... TALÓN... AL... PORTADOR...
-¿Ajá?
-QUE QUISIERA... COBRAR...
-Si.
-...PERO... PARA... ELLO...
-¿Si?
-...ME ES... IMPRESCINDIBLE... ENCONTRAR...
-¿Ajá?
-...UNA SUCURSAL... DEL BANCO... X.
-Pero...
-...¡ATENCIÓN, PELOTÓN! SÉ QUE ESTOY...
-¿Sí?
-...EN EL BANCO... Z. AHORA BIEN, MI PREGUNTA ES...
(Tilín Tilín Tilín)
-¿Si?
-...OSÉASE... EL QUID DE LA CUESTIÓN MISMA DE LA COSA... ES...
-¿Ajá?
-...SABE... USTED... SI... CERCA... DE... AQUÍ... HAY... ALGUNA... SUCURSAL...
-¿Si?
-...DEL... BANCO... ¡X! Corto y cierro.
-Mmmmmmmhhh...
-Ta ta tááá...
-Esto...
-Ta ta tááá, tá taaa...
-¿Del Banco X, ha dicho?
-El mismo.
-Si he entendido bien la pregunta...
-¿Ajá?
(Tilín Tilín Tilín)
-La respuesta es...
-¿Es...?
-Sí, señor.
-¿Sí?
-Si.
-¿Está seguro?
-Del todo, señor.
-¿Absolutamente seguro?
-Tan seguro como que la corbata que llevo puesta es roja, señor.
-La corbata que lleva puesta es de color azul.
-Bueno, pues tan seguro como que ahora me quito la corbata y la pongo sobre el mostrador, señor.
-Aceptado. Pero... ¿porqué se quita la corbata?
-Voy a decírselo, señor, y le rogaría que prestara muchísima atención a todas y cada una de mis palabras, ¿de acuerdo?
-De acuerdo, de acuerdo, ¿pero qué pasa con el Banco X?
-Cada cosa a su tiempo, señor, cada cosa a su tiempo, que Roma no se construyó en cuatro días... ¿Preparado?
-Preparado. Listos. Fuera.
-PUNTO A: LA CAMPANILLA... QUE HA ESCUCHADO USTED... HACE UN MOMENTO...
-¿La que hacía Tilín Tilín Tilín?
-La misma. PUES ESA CAMPANILLA SIGNIFICA...
-¿Si?
-...QUE ESTE ESTABLECIMIENTO... ACABA... DE CERRAR.
-Yeah.
-¿ME SIGUE?
-Perfectamente.
-PUNTO B: ESTE ES MI...
-¿Si?
-...ÚLTIMO DÍA... DE TRABAJO...
-¿Ajá?
-...EN ESTE... PUTO... BANCO...
-¿Si?
-...PORQUE EL DIRECTOR... ES DEL PARECER...
-¿Yeah?
-...DE QUE MALGASTO... DEMASIADO...
-¿Tiempo?
-...CON LOS...
-¿Clientes?
-...HABLANDO... DE... GILIPOLLECES...
-Nunca lo hubiera dicho.
-...Y POR TANTO... RESULTO...
-¿Contraproducente?
-...POR NO DECIR...
-¿Prescindible?
-Usted lo ha dicho.
-Es que tengo una intución bárbara.
-PUNTO C (y último):
-Soy todo orejas.
-POR MI PUEDE COMERSE...
-¿Si?
-...EL DICHOSO TALÓN...
-¿Ajá?
-...A MODO...
-¿Si?
-...DE BOCATALENTEJAS...
-Ajá.
-...PORQUE... EN LO QUE A MÍ... RESPECTA...
-¿Si?
-...EL MUNDO DE LA BANCA...
-¿Sí?
-...Y SUS SUCURSALES ADYACENTES...
-¿Ajá?
-...PUEDEN IRSE... A TOMAR...
-¿Yeah?
-...POR DONDE AMARGAN... LOS PEPINOS.
-Captado.
-Así las cosas, y en vista de que poco o nada puedo añadir a lo dicho, me voy al Logroño Meridional para dedicarme en cuerpo y alma a la apasionante tarea de castrar ardillas hermafroditas, labor harto más reconfortante que seguir haciendo el...
-¿Gilipollas?
-...detrás de un puñetero...
-¿Mostrador?
-Gracias.
-De nada. Sólo tengo dos preguntas.
-Dispare.
-¿Puedo quedarme con su corbata?
-Toda suya.
-¿Puede indicarme donde están los servícios?
-Eso no hace falta ni preguntarlo...
-A ver si lo adivino, ¿al fondo a mano derecha?
-Premio para el caballero.
-Perfecto. Con su permiso, voy a ahorcarme de la cisterna utilizando la corbata a modo de soga.
-Francamente, querido, me importa un bledo.
-¡Ah! Tome el talón, cóbrelo y compre un buen machete, pues tengo entendido que las ardillas hermafroditas del Logroño Meridional gastan una herramienta de rompe y rasga.
-Muy agradecido, señor.
-Que pase un buen día.
-Y usted que lo vea.
-Dicen por ahí que tu madre ejerce de meretriz.
ResponderEliminar-Ya lo sé ya. Espera un momento... Mere ¿qué?
-Oye, ¿tú eres tonto o cagas de pie?
-No, no. Cagar no cago nunca, que eso de que pasen cosas por mi culo me suena a afeminado.
-Bueno, vayamos al grano. Te lo voy a decir despacito, ¿vale?
-Okey
-No vuelvas a decir eso o te meto tal pollazo que te desmonto la cabeza.
-Pero si la tienes pequeña.
-¿Y tú como coño sabes eso?
-Me lo ha dicho mi madre.
-...
Wow.
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