Después de perseguirlo por toda la nave, hemos conseguido quitarle la zambomba al maldito Alien, que no veas qué tres días nos ha dado el bichejo. La Teniente Ripilente era del parecer de que no deberíamos haberle privado de semejante artefacto diabólico, porque de este modo canalizaría mediante la música esa mala leche recalcitrante que le corroe por dentro y le lleva a roer, asimismo, nuestra colada (por no hablar de las miradas cargadas de intención que lanza de vez en cuando, babeante, a la pierna sana del Sargento Stalleno).
-Pero míralo, qué bonico, ¿habéis visto el énfasis que ponía en el redoble de "Clavelitos"? -Ha dicho la Teniente cuando hemos acorralado al maldito Alien en el cuarto de los trastos viejos. El extraterrestre, dicho sea de paso, nos ha mirado al Sargento y a mí con cara de buen chico (o con toda la cara de buen chico que puede poner algo que tiene tres mandíbulas) y ha acelerado el ritmo.
-Tum Tucutucutum tucutucutumtumtumtum...